Cara, cruz y la realidad que acuña a ambas - Un ensayo sobre la obra de Dalton Trevisan, “El vampiro de Curitiba”

13.11.2022

Cara, cruz y la realidad que acuña a ambas

Un ensayo sobre la obra de Dalton Trevisan, "El vampiro de Curitiba"

Por Montserrat Gonzáles

La realidad es una moneda; dos caras la componen, y cuando ésta es lanzada, sin importar el lado del que caiga, el otro siempre estará presente como un recordatorio de la dualidad de su constitución. Algunas veces la cara traerá más beneficios para el lanzador que la cruz, sin embargo una no puede existir sin la otra, y nos guste o no, la vida funciona de la misma manera.

Dalton Trevisan (Curitiba, 1925) es alguien tan emblemático y misterioso como el personaje de la obra que le otorgó su sobrenombre, quien supo identificar esta versatilidad en el mundo real y plasmarla en su Curitiba ficticia. Nombrado el "vampiro de Curitiba", Trevisan evadía las cámaras y entrevistas a toda costa, algo que contribuyó a la formación del mito alrededor del autor.

Con frases que bordean lo romántico pero que caen en lo grotesco, Trevisan logra dar vuelta a la moneda del realismo sucio con la facilidad con la que un jugador lanza las fichas en el casino; al tiempo que fragmenta a sus personajes para ser expuestos como pedazos de carne en el mercado, para demostrar que el lugar ficticio de sus obras no es más que un reflejo de la realidad que nos consume.

Yuxtaposición de lo romántico con lo grotesco

Trevisan somete al lector a través del discurso, exponiendo imágenes irrisorias lado a lado con representaciones de la belleza, provocando una reacción incómoda en los lectores. Esto puede ser una demostración del acercamiento al romance a través de la violencia, algo que ha estado y sigue estando presente en la sociedad.

El autor abre y cierra el primer relato con la misma frase: "Beso de virgen es como mordisco de bicho peludo" (Trevisan, 1963: 9), comparando algo puro y limpio con un acto de pesadilla. Es aquí donde Trevisan encara las dos realidades de la vida, donde lo bello debe estar acompañado de lo horrendo para generar un impacto duradero en la mente de quien lo presencia. Después de todo, la belleza es subjetiva y por eso es importante tener algo con qué compararla.

"Ah, pintada de oro, vestida de pluma, pana y armino, destrozarla con los dientes, dejarla con los pelos del cuerpo solamente" (Trevisan, 1963: 12). En esta frase se encuentra de una forma más evidente la violencia queriendo admirar la delicadeza. Pareciera que el personaje llega a un punto en el que no sabe cómo más expresar su fascinación por lo hermoso, como cuando las personas ven un pequeño animal y la ternura que las inunda rebalsa en forma de nervios expresados al estrujar a la criatura.

Finalmente, se puede encontrar un giro de humor oscuro al final de los cuentos, terminando de desagradar a quienes los leen por si es que los turbios temas no hubieran sido captados desde el principio. Es este tipo de salidas que levantan preguntas sobre nuestra propia moralidad: ¿qué me pasa para encontrar esto divertido? ¿Es que acaso hay algo malo en mí?

Mutilación literaria del cuerpo

Como un carnicero, el autor también selecciona partes del cuerpo de los personajes femeninos para luego cortarlos con la macheta de su pluma. Los describe con un grado de detalle que llega a incomodar a la audiencia, perpetuando la objetificación de las mujeres al ser vistas por predadores sexuales en las calles. Inmediatamente ellas pierden su valor como personas y se convierten en filetes listos para la parrilla: "¡Ay, ser la liga violeta que aprieta el muslo fosforescente de blancura!... Bracito desnudo y redondeado." (Trevisan, 1963: 12).

Más adelante, Trevisan también se aventura con visualizaciones algo más explícitas al comparar a las mujeres que son objetos de deseo de Nelsinho con insectos inmundos y repugnantes. "Hasta las moscas son instrumento de placer. ¿A cuántas de ellas les habrá arrancado las alas?" (Trevisan, 1963: 14). Uno puede considerar esta metáfora de distintas maneras, siendo el mejor de los casos un indicador de que las mujeres son criaturas desagradables que se mueven instintivamente hacia lo dulce, según el punto de vista misógino del protagonista. Sin embargo, al hacer mención de las alas arrancadas, se puede sentir un tema mucho más inhumano que subyace en el fondo.

Teniendo en cuenta que los relatos fueron escritos en Latinoamérica en el siglo XX, se puede asumir que las moscas mutiladas hacen referencia a la autonomía corporal de la que las mujeres carecían (y en parte siguen careciendo) debido al entorno opresivo y machista en el que son educadas.

Si bien existe una constante fragmentación del cuerpo humano a lo largo de la obra, el autor hace énfasis en las lenguas de los personajes, enfocándose especialmente en las puntas de éstas. Una de las imágenes que impactan al lector en la colección de cuentos, "El vampiro de Curitiba" (1965), es pintada en la primera página de la misma, en el único relato de la compilación que es contado por el protagonista mismo en lugar de un narrador en tercera persona. "Es una de esas que se moja los labios con la punta de la lengua para tornarse más excitante" (Trevisan, 1965: 9).

Unas cuantas páginas después y en otro de los cuentos, el autor describe un encuentro del protagonista con una muchacha: "Elisa tenía un diente partido; en el hueco fue a alojarse la punta de la lengua. La mano buscaba afanosa el pecho de la muchacha agitada" (Trevisan, 1965: 25). El acercamiento de los cuerpos de ambos no es descrito de manera erótica, sino que lleva tonos de tristeza y una desesperación por parte de los dos causada por una insaciable soledad.

Es posible que el enfoque que le da Trevisan a la punta de la lengua sea gracias a los múltiples roles que ésta juega dentro del día a día de todas las personas. De la manera en la que Eliza Clark desmiembra a chicos en la novela "Boy Parts" (2020) y se enfoca en captar sus rostros como prefiguración del desenlace, Trevisan utiliza las lenguas porque ellas son capaces de lamentarse como de regocijarse. Es a través de las lenguas que se intercambian profesiones amorosas tanto como insultos destructores.

Cara o cruz. Piedra, papel, o tijera

En definitiva, el autor de "El vampiro de Curitiba" muestra la dualidad de la realidad humana yuxtaponiendo imágenes repugnantes con conceptos bellos, y desmembra a sus personajes femeninos para exponer el tipo de sociedad en la que estamos penados a vivir.

Utilizando la figura del vampiro, sostiene que todos estamos condenados a seguir existiendo en esta realidad por la eternidad. Sin embargo, aunque la moneda tenga dos caras, ¿es posible optar por cambiar nuestro juego por el de piedra, papel o tijera; mantener las opciones abiertas para crear un escape a nuestra realidad si no estamos contentos con ésta?

Bibliografía

Trevisan, D. (1976). El vampiro de Curitiba, Sudamericana

Clark, E. (2020). Boy Parts, Influx