Clavándole la estaca al "Vampiro de Curitiba" de Dalton Trevisan, por Nelson Guzmán

13.11.2022
Fuente: https://www.flickr.com/photos/tontatinta/4360171337
Fuente: https://www.flickr.com/photos/tontatinta/4360171337

CLAVÁNDOLE LA ESTACA

Nelson Guzmán Sanjinés

El presente escrito pretende ser un ensayo sobre la obra El Vampiro de Curitiba (1965) del escritor brasileño Dalton Trevisan, y parte de la experiencia primera como lector que se enfrenta a doce cuentos, y sobre la base de ese rol, la impresión es por percepción: Gusta o no gusta. Al terminar de leerlo surgió la pregunta ¿Si no tuviese el compromiso de leerlo, lo hubiese hecho? La pronta respuesta sería un rotundo: No. ¿Por qué? Es un libro que denigra a la mujer, pues la línea de la historia del libro se basa en la construcción del personaje Nelsihno, seductor irresistible debido no a su belleza, simpatía o labia, sino, más bien, según los relatos, porque todas las mujeres son fáciles.

La forma de la narración en primera persona por el héroe yuxtapone su pensamiento con el narrador en tercera y da la impresión de un triángulo de sinergia entre personaje, narrador e incluso autor como si fuera biográfico. Así se trata de que el lector sienta simpatía con el héroe, siga condescendiente sus correrías galantes, perdone sus ofensas y se duela de sus fracasos. Y el sentir esa complicidad es bastante molesto como lector.

En el cuento "El Vampiro de Curitiba" se presenta el personaje, Nelsinho, como una especie de vampiro, que luego en el tiempo será la identidad del propio autor Trevisan, conjunción de personaje y su locación. En el describe a las mujeres curitibanas "Mire a las hijas de la ciudad, mire cómo crecen, ni trabajan, ni fían"; "A causa de una perrita que va meneándose de pies a cabeza, mi nombre de guerra es Nelsinho, el Delicado, culpa mía no es, ellas me hicieron lo que soy". No necesita ser lisonjero, ni galán, ellas 'de ofrecidas' caen a sus pies. Así las va describiendo: "Esta es una de las que se divierten seduciendo adolescentes...Otras se visten con la ropa de la cocinera a la caza de soldados...la casadita... allá va una normalista...Todas las familias tiene una virgen ardiente en su cuarto..."

La opinión tan baja de la mujer, como la perrita antes mencionada, es recurrente; en el cuento "Incidente en la Tienda" hay en él dos oraciones impactantes, que muestran su carácter que no es misógino, porque no odia a las mujeres ya que le gustan, pero las desprecia: "Hasta la última de las mujeres tiene un precio", de nuevo vuelve a generalizar a las mujeres y emite opiniones preocupantes, "Para que no supiera que perseguía a una niña" y también "Descubrió la faz calipigia, (buen trasero) quién diría, aquella niña tan flaca y se excitó mucho". Parecería que cometió pederastia y eso fuese lo más natural, pretendiendo no asombrarnos ni espantarnos. La voz del narrador terciariza el propio pensamiento del protagonista, dando la sensación inversa de que el personaje cede la voz al narrador. Y encima es un patán, después de consumado el acto "Antes de que ella volviera, partió sin despedirse".

Similares actitudes machistas y sexistas se presentan como sumisión al hombre en "La Puntita de la Oreja": "A las vírgenes hay que hacerles arrastrarse, lavarme los pies enjuagarlos en su pelo perfumado" o ellas aceptan per se su condición de inferioridad, como en: "El Héroe Perdido""Algunas abren el fuego: Adoro al tipo fuerte, que estruja en la cama, que golpea en la casa. Es cierto les gusta ser maltratadas". El personaje/narrador/autor es un erotomaniático que cree que todas las mujeres sin distinción de edad, clase, estado civil están enamoradas de él y pueden someterse a sus caprichos e incluso a su violencia sexual.

El sumun de esta posición se presenta en el relato "Bajo el Puente Negro", donde prácticamente hay una violación en manada a una muchacha de apenas 16 años, pero -y ahí viene bien el pero- de color y baja condición social, siendo un cuento racista, de usurpación y beneficio, como diría un izquierdista, de obreros, soldados y estudiantes sobre una empleada doméstica, considerada inferior incluso entre el proletariado, por su raza, género y pobreza, que da la impresión, por supuesto, de estar dispuesta a uso y abuso, para satisfacer instintos sexuales depravados.

Hay pocos cuentos en que el personaje femenino, antagónico, hace quedar mal a nuestro héroe o mejor al "antihéroe" y uno de ellos es "Las Uvas", donde una mujer casada con un homosexual tiene un encuentro amoroso con Nelsihno y cuestiona su falta de virilidad: "Estás estrujándome, cambia de posición, más abajo. Está mal así, no me deshagas el peinado. Él seguía las instrucciones sintiéndose frustrado y miserable... ¿Nervioso mi amor? ¿Te has incomodado, verdad? No te pongas nervioso ya pasará... Igual que mi marido".

Llegué a estas conclusiones después de una segunda lectura más detenida, ya que en la primera hubiese dejado de leer al llegar a "Bajo el Puente Negro", por el impacto brutal sobre depravación sexual, aunque el autor gracias a un artificio narrativo que subrepticia la violencia sexual, haciendo tolerable y perdonable el hecho de violación masiva. Este resultado lo logra a partir de declaraciones individuales de los participantes ante la policía.

La incomodidad que genera la lectura de la mayoría de estos cuentos -para mí como lector- es el hecho que Nelsihno si bien es un machista como lo eran la mayoría de los hombres de esa época, pero parece -por la lectura- que es el narrador en su voz y cediéndole la voz al protagonista que es el misógino, entonces de incomodidad pasa a enfado.

Hasta aquí y como versa el título de este breve ensayo, la primera lectura terminaría clavándole la estaca al vampiro, y ahí sanseacabó la práctica de lectura.

Fue en ese momento que me hice otra pregunta ¿Por qué el autor de este libro ha sido laureado como uno de los exponentes de la literatura en lengua portuguesa? Podría investigar en la crítica literaria sobre su producción, estaba tentado a hacerlo, era el camino fácil. Al final decidí confrontar el texto con más atención. Siempre digo: si no comprendo en la primera lectura, "Tonto yo"; en la segunda, "O tonto yo o tonto tú"; y en la tercera, insatisfecho ante mi práctica de lectura rigurosa, "Tonto tú".

Por tercera vez leí el libro, tratando de descubrir el estilo del autor y no encontré nada extraordinario, a no ser que lo diferente sea provocar antipatía. En cuanto a la estructura de los cuentos son casi lineales: introducción, nudo y desenlace, con final casi predecible, sin siquiera un final abierto, que nos permita ir más allá avivando nuestra imaginación con diferentes finales de la historia.

Entonces advertí algo interesante en los cuentos en que no era Nelsihno el protagonista -que de por si me producían rechazo- descubrí que había una prosa poética que era muy rescatable y en forma opuesta a "La Noche de la Pasión", en la que él "Corría por las calles a la caza de la última hembra", corrí a la caza de las últimas oraciones porque podía juntarlas y hacer con ellas un poema:

Versos de Trevisan

El dedo olvidado en el agua helada

a la espera de los pardales que encendían el sol

Larga sería la demora de la mañana

distinguiendo el silbido friolento de un noctámbulo

Hasta merecer el sueño

habría muchas madrugadas de luz encendida

horas lentas del calor

Perdidos en una nube de polvo

sostuvo un pie en el aire

Guardaba el eco del estruendo al destruirla

No olió en la rosa la ceniza del corazón de la golondrina

La lengua del sol descansaba en su cuello

En conclusión, los cuentos en que el antihéroe no es protagonista son buenos, el mejor "Animales Nocturnos", que narra un combate con una cucaracha, de él son la mayoría de frases poéticas rescatadas, le siguen "Vigor Masculino", por la ambigüedad de las fugas y "Un Café con Buñuelos", por picaresco, entre otros.

Mi opinión es muy sesgada pues solo se refiere a este libro, porque recordando cuando leí el cuento "Pedrinho" de su libro Novelas nada ejemplares (1959) premio Jabuti de la Cámara brasileña del libro, quedé conmovido por la historia y por el estilo lleno de silencios y vacíos, que dejan incógnitas sin resolver y al final te producen angustia. Razón por la que, para dar una conclusión pertinente, debemos sentirnos obligados a leer su vasta producción cuentista.