MERCEDES,
LA SIGILOSA NOVIA DE GABRIEL
Por Carlos Eduardo Delgado Velásquez
"Para Mercedes, por supuesto". Es
la dedicatoria de "El amor en los tiempos del cólera" de Gabriel García Márquez,
novela sobre los desencuentros del amor a lo largo de dos vidas. Para
escribirla el Gabo se basó en el romance de sus padres, pero el amor y el
cariño son suyos. Suyos y de la mujer a la que se la dedicó: su esposa,
Mercedes Barcha. Vivirían una Colombia en plena revolución política hasta reencontrarse
en Barranquilla. Se casaron el 21 de marzo de 1958 y compartieron el resto de sus
vidas hasta que el Gabo nos dejara el 17 de abril de 2014. El 15 de agosto de
2020, en México, Mercedes Barcha fallecía a sus ochenta y siete años.
Leyendo hacia atrás, Mercedes
también estaba en las novelas del Gabo. No como inspiración de otros
personajes, sino como ella misma, sobre dos pies, con el mismo vestido que
tenía cuando la buscaba en las calles de Barranquilla o cuando la veía en el
portal de su casa.
En "Cien Años de Soledad" el mismo
Gabo está presente en los últimos años de Macondo, junto a los muchachos de la
librería del sabio catalán. De todos ellos el que resalta es Gabriel, el único
que no dudó de la matanza de la compañía bananera y cuya novia trabajaba en la
última botica de Macondo. Era Mercedes, una boticaria silenciosa, de cuello
largo y ojos adormecidos, dueña de una docena de collares de pescado que había
comprado a Amaranta Úrsula y de quien ya no se volvió a saber más cuando el
último Aureliano buscaba el camino al pasado en una ciudad que ya no conocía el
tiempo.
Pero la Mercedes que sugieren sus
libros se queda atrás del retrato de la joven con la que bailó una afortunada
matiné en el hotel del Prado. En "Vivir para contarla" el Gabo relató su reencuentro
con Mercedes en Barranquilla. La convulsión social en Colombia apenas se
gestaba y, mientras García Márquez comenzaba como periodista, un boticario de
la provincia de Sucre llegaba con su familia buscando una vida más apacible. A
fuerza de encuentros esporádicos, la hija del boticario aceptó la invitación del
joven escritor para bailar un domingo en la tarde. Ella supo tratarlo con buen
humor, con una destreza que no le daba pie a concretar sus avances, hasta que ella
lo dejó en la pista a medianoche, corriendo por las prisas de la hora. Desde
entonces, cuenta el mismo Gabo, ambos se entendían sin pronunciar una palabra.
Incluso en las malas horas, como cuando ella le informó sobre la muerte de
Cayetano Gentile, amigo de ambos desde Sucre. Las circunstancias de esa muerte,
en un país donde impera la ley guajira, serían el germen para "Crónica de una
muerte anunciada". Entre la primera mitad de sus memorias, el Gabo le da a
Mercedes el culmen de la narración, al que apuntan todas las historias y todos
los sucesos, y que desembocan en el momento decisivo en que Gabriel García
Márquez se enfrenta ante la hoja en blanco para escribir una carta a Mercedes
Barcha. La penúltima novela, la novela de su vida, no podía terminar de otra
manera.