Cuento de terror "El intercambio" de Rudiger Muñoz
Te presentamos uno de los cuentos escritos en el taller de Escritura Creativa de Cuento de terror, organizado por el Club de Lectura La Paz,
"El intercambio" escrito por Rudiger Muñoz
La oscuridad de la noche reina en la habitación y Elizabeth Foster abre los ojos. Despierta en medio de una tenebrosa calma, en un solitario silencio que manifiesta el eco interno de sus atormentados recuerdos. Había sido así cada noche desde la desaparición de su pequeño hermano.
"Dos corazones por un deseo. Es el intercambio que el amor demanda.
Sepan lo que el futuro les tiene reservado".
Parejas de enamorados que buscaban conocer la suerte se formaban en frente de la carreta. John y Elizabeth en cambio, fascinados por las astas del macho cabrío, se acercaron lentamente y observaron al animal masticar despreocupado. Elizabeth levantó la mirada y se percató que desde la oscuridad de la carreta un amarillento rostro surgía. Vieja gitana de nariz puntiaguda y sonrisa maliciosa adornada con enormes pendientes que le colgaban de las orejas. -¡Entren! -les dijo con voz gastada. -¡Dos corazones por un deseo! ¡Dos corazones por un deseo! ¡Es el intercambio que el amor demanda! Entren y sabrán lo se les tiene preparado. Elizabeth sintió una mano que la sujetaba del hombro llevándola hacia atrás. Daniel, con enfado, alejó a sus hijos de la carreta hasta donde estaba su madre, no sin antes dirigir una mirada de repulsión a la gitana, la cual sonriendo, retrocedió de vuelta hacia oscuridad de donde había salido.
Cuando Daniel regresa de la estación de policía ya no encuentra a su esposa. No le es difícil suponer hacia donde se había dirigido. Temeroso, toma su escopeta y se apresura para adentrarse en el bosque. Rápidamente, esquivando obstáculos, Daniel corre en dirección hacia aquél lugar. Donde alguna vez la encontró por accidente. La bruja lo espera en frente de su choza. La carreta ubicada a un lado y el macho cabrío contempla todo desde atrás. Daniel llega apuntando la escopeta -¡Dónde está mi esposa maldita! ¡Dónde! ¡Ella no era parte del intercambio! ¡Dos corazones por un deseo me dijiste! ¡Dos corazones! ¡Y te los entregué!, ¡aún no tengo la riqueza que se me prometió y mi esposa ya no está! ¡Qué pasó con ella! -Tu esposa llegó por voluntad propia. -Repone la bruja. -Otro intercambio se me ha ofrecido, mucho más placentero para la oscuridad a la que sirvo, pues contiene el ingrediente del auto sacrificio. Al decir esto, la bruja extiende la mano apuntando el dedo huesudo hacia un enorme roble en cuya rama se encuentra Mery Foster colgando de una soga por el cuello. Daniel, con lágrimas en los ojos, camina hacia el cadáver y cae arrodillado soltando la escopeta. En medio de su llanto oye una voz que lo llama -¡Daniel! -El cadáver de Mery abre los ojos y sacudiendo las piernas en el aire -¡Cómo has podio Daniel! ¡Nuestros hijos! -¡Oh Mery!, ¡lo hice por nosotros! -¡Mis hijos Daniel! ¡Cómo has podido! ¡Danieeeeeeel! -El lamento del cadáver se convierte en un chillido insoportable al que se añaden los sonidos del bosque amplificados, aullidos, gruñidos y risas de niños, mientras, la oscuridad comienza su avance devorando el entorno. Daniel se tapa los oídos pero de nada sirve. En medio del infernal bullicio la voz gutural de la bruja -¡Dos corazones por un deseo! ¡Dos corazones por un deseo! ¡Es el intercambio que el amor demanda! -Con esfuerzo, Daniel trata de coger la escopeta pero se detiene al notar una figura negra irguiéndose delante de él. El macho cabrío, ahora de pie sobres sus patas traseras, su torso había adoptado una forma humanoide, extiende una garra con la que sujeta a Daniel del cuello y lo eleva por encima de la mirada. El ruido va en aumento, el cuello de Daniel es pulverizado y la oscuridad que no deja de avanzar termina tragándolo todo.
La luz de la mañana invade la habitación y Elizabeth Foster abre los ojos. Los tibios rayos del sol ingresan por la ventana acariciándole el rostro. A su lado, el pequeño John duerme plácidamente. Elizabeth lo observa tranquila y luego dirige su atención hacia la puerta, donde una sonriente monja les da los buenos días. Es una mañana más en el orfanato de Bourton City.
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