"Delirium mortem" Cuento de Ciencia ficción

30.08.2019

Te presentamos uno de los cuentos escritos en el taller de Escritura Creativa de Ciencia Ficción y Fantasía, organizado por el Club de Lectura La Paz,

Cuento "Delirium Morten" de Pablojandro 

Fue el último suicida, decían. Era por un virus mortal. Te ponía esquizofrénico, bipolar, ido, como drogado. Loco. Un alucinógeno en el ambiente, que te entraba por los ojos y por las narices mientras repetías algo así como cosas y cosas y palabras que no recuerdo, de origen extraño, o algo así nunca antes escuchadas, en lenguas bíblicas. No coordinabas, hasta sentías volar, terminado en un charco de sangre después de intentarlo del piso cinco u ocho. No recuerdo.

Hace frío y una frazada encima no me basta. El rincón de las habitaciones te da cierta protección estando agazapado en una esquina, antes de experimentar el vuelo y el suelo raso. La temperatura del piso es propicia para intentar quedarse en calzoncillos, pero a medida que mi cuerpo se halla por encima de éste, el frío se manifiesta. Son las dos y media, sigue oscuro. Te vuelves adicto a esa especie de aire, decían. Una clase de alcaloide que te consumía las neuronas, que te desquiciaba poco a poco, que te daba placer y otros orgasmos, metámonos un aire, dos, para más tarde en lluvia o de noche, no importa. Que se te apagaba la vida y se cerraban los párpados, decían. Una lucecita a ojos cerrados, y un cuerpo que pedía más y más de ese aire.

Como siempre, se equivocaron. Después de la muerte de esos dos laboratoristas analizando ese aire indescifrable, nadie quedó en los alrededores, ni en las cuadras, ni en las casas. Son cosas de humanos, no saben cómo tratar a la naturaleza. Que es una droga, que te vuelve adicto. Pues el aire no lo es cuando respiras poco a poquito, sintiendo como se introduce por tus fosas y se expande y se nutre y se expulsa por tus pulmones, por tus poros. Cosas de la naturaleza que el humano no comprende. 

Me volví inmortal. No siento más dolor de lo que el cuerpo pueda resistir, le gané a la vida y al mundo; a las calles atestadas de lenguas y ojos; a la sociedad atestada de ruido y fosas comunes tristemente llamadas oficinas. Soy de viento y no me abstengo, me fusiono, como este aire que amenaza con llevarme al Nirvana, me mira, me toma de la mano, una caricia dos; me incita a llevarme hacia el horizonte de mi vista donde yacen las almas como pequeñas lucecitas confundibles en medio de frío y asfalto. Una lucecita a ojos cerrados, que se me apaga la vida y siento volar y no; que se me apaga y se me cierra, poco a poquito; que se me apaga, se me cierra...; fui el último, decían."


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