La vida transcurría a paso manso hasta la llegada del primo Lymon,
familiar en segundo o quizá tercer grado de Miss Amelia, que reaccionó con
indiferencia ante su llegada, mientras, el jorobado era la comidilla de los
habitantes por su apariencia o su personalidad. A su modo, este personaje se
ganó la simpatía de los vecinos y de la misma protagonista, despertando
sospechas de una unión fuera de los cánones del respeto a las normas religiosas
o de los hombres.
Es en este momento, cuando la voz narrativa insertada por McCullers
brinda una explicación breve, pero poderosa sobre los roles que asumen los
protagonistas en una relación amorosa, una distribución de papeles que puede
adaptarse a cualquier dúo, dentro y fuera de este relato, interpelando,
indirectamente, al lector sobre en qué lado está o quiere estar, qué ha salido
cuando ha lanzado la moneda del amor: ¿amante o amado?
"Con mucha frecuencia, el amado no es más que un estímulo para el amor
acumulado durante años en el corazón del amante. No hay amante que no se dé
cuenta de esto, con mayor o menor claridad; en el fondo sabe que su amor es un
amor solitario. Conoce entonces, una soledad nueva y extraña, y este
conocimiento le hace sufrir", es la explicación que brinda la voz omnisciente,
que permeará el relato a lo largo del desarrollo.
Cuando uno comienza una relación amorosa, no se fija en qué categoría
de McCullers estará, pero a partir de este texto, la mirada sobre el amor será
distinta, sin cerrar la puerta del corral a nadie, porque por la amplitud del
tema, el amor de los padres a los hijos y viceversa, el afecto por los amigos,
sin distinción de edad o condición social, con pares disimiles, se verá
manchado.
A partir de entender al amado como un estímulo es posible comprender,
el sendero que ha optado el amante, consciente del viaje que debe emprender, y
dentro del relato se ve a los protagonistas saltar de pie en pie, dentro de
estos roles, unos durando más tiempo que otros en la cuadricula.
La voz del relato toma partida, con una generalidad aterradora, afirma
que es preferible amar a ser amados, ya que:"El amado teme y odia al amante y
con razón: pues el amante está siempre queriendo desnudar a su amado. El amante
fuerza la relación con el amado, aunque esta experiencia no le cause más que
dolor".
Con ese manifiesto, McCullers, a través de la voz narrativa del cuento,
habla por última vez de los amantes y los amados, dejando que Miss Amelia,
Lymon y Marvin Macy ocupen el lugar que les corresponde en este drama. O quizá
hizo esta exposición como un descargo a una relación frustrante que tuvo o a
los días de tragedia que vivió con su esposo Reeves o con alguna otra pareja.
La normalidad de esta historia se rompe con el regreso de Marvin a
Cheehaw, donde en tiempos más felices fue el esposo de Miss Amelia; aunque por
diez días. Retornó del encierro penitenciario, moviéndose como un fantasma por
el pueblo e invadiendo el café que Miss Amelia abrió, donde los pobladores se
daban cita como moscas a la luz en las noches.
Camino a la última curva de este relato, las descripciones y la
atmosfera creadas por McCullers siguen en el mismo nivel, adelanta un
acontecimiento, con una brocha fina y manda a Miss Amelia y a Marvin a un
enfrentamiento, a puño limpio, que, en esos años, causó ruido entre los
escritores y los lectores, sin quitar de en medio su valor narrativo y la
seguridad de la autora para colocar a estos actores cara a cara en las mismas
condiciones. Sin embargo, el desenlace se digiere como inesperado y desde ahí,
ahora, se puede deshilvanar, si era mejor ser amado o amante para salir del
foco de los sucesos que darán fina a esta historia en el café.
Después de colocarse en la piel de estos
protagonistas –en este cuento largo o novela corta–, bajo una pluma con prosa
limpia y una atrevida diagramación de los hechos decisivos y la naturaleza de
los involucrados, es natural querer conocer más sobre la obra de McCullers,
viendo si su categorización de amante y amado continúa respirando. "La balada
del café triste", cabe mencionar, está acompañado por los siguientes cuentos:
"Wunderkind", "El jockey", "Madame Zilensky y el rey de Finlandia", "El
transeúnte", "Dilema doméstico" y "Un árbol. Una roca. Una nube".