Varios aparatos, tan obsoletos como el de almacenamiento
de ondas sonoras que cargaba el subwoofer el día de su muerte, estaban tirados
en el suelo, algunos dentro de cajas desordenadas apiladas en todos los
rincones de la oscura habitación. Sentí claustrofobia, el techo estaba cubierto
por un material poroso que impedía el eco dentro del recinto, las paredes eran
de hormigón, revestido con gruesos paneles de fibra de vidrio y planchas de
madera de cedro. Me di cuenta que esa era la razón por la que no había
descubierto el laboratorio antes: era imposible escuchar desde afuera lo que pasaba
allí abajo. En una de las cajas, encontré la materia prima de la nueva droga:
planchas de vinilo circulares que almacenaban las ondas sonoras de forma
análoga, indetectables a cualquier control digital o biopolítico. Comprendí
que, tras un cuidadoso proceso artesanal, el traficante era capaz de convertir
las ondas sonoras análogas en ondas sonoras digitales. Las planchas de vinilo
eran ilegales y extremadamente costosas, incluso para los subwoofers.
En otra caja, hallé antiguos manuales con instrucciones
precisas para la fabricación de موسيقى_1.7Hz.flac. Varios de estos habían sido escritos por un
sujeto llamado D. Leguizamón, en la Gran Colombia Unida. Las cosas parecían
tener sentido, muchas de sus actuales colonias fueron famosas por traficar y
fabricar sustancias biológicas ilegales.
En un cofre parecido a un arca, oculto entre aquel
desorden, hallé otras tres planchas de vinilo, guardadas con especial cuidado. Pude
descifrar los nombres de las carátulas, estaban escritos a mano: Nancy Ajram,
Al - Qaynah y Amaseffer. A diferencia de las otras planchas, estas estaban
prolijamente conservadas, pude ver mi rostro reflejado en ellas, tenían un
precioso color oscuro similar al del ébano. El hallazgo me dejó desconcertado.
Até los cabos sueltos y comprendí que el traficante era también adicto. ¿Qué
lleva a un hombre a perder la vida por unos trozos de PVC? Sin duda, la suya era una adicción muy
costosa y supuse que la pagaba traficando موسيقى_1.7Hz.flac. Algo no tenía sentido.
Aunque la unidad clausuró el laboratorio y confiscó todo
el material, el موسيقى_1.7Hz.flac
seguía circulando impunemente por las calles del emirato de Kabul. Capturamos y
abatimos más traficantes en los meses posteriores. Cada día era más difícil
saber quién era subwoofer y quién consumidor, la adicción a la droga eliminaba
esta barrera. Nos dimos cuenta de que, en algún punto de la cadena, el موسيقى_1.7Hz.flac había comenzado a ser
distribuido de forma gratuita. Entonces, desconocía las razones.
Las cosas que son gratis suelen ser apetecibles, no
porque no tenga que pagarse por ellas, sino porque en ellas están implícitas
dos acciones: la decisión de tomarlas o no y la decisión de dárselas a alguien
más sin esperar retribución alguna. Comprendí que el subwoofer que mezcló el موسيقى_1.7Hz.flac no lo hizo para costear
su adicción, el proceso de distribución era mucho más costoso que el de la
creación de la droga. En realidad, era su adicción la que, a su vez, lo
convertía en subwoofer. A alguien debió desagradarle esta idea y es la razón
por la que el subwoofer fue asesinado
Quizás es esto lo que me llevó a probar el موسيقى_1.7Hz.flac. Reconozco que es
altamente adictivo, permite sentir emociones ilegales reguladas por la unidad
de control digital y biopolítica. Prueba un poco. Es gratis:
FIN