La charla entre
ambos inicia de manera jocosa:
–¡Tu vida ha sido una cosa bien divertida,
Castelo!
–Solamente así se puede vivir... Esto de tener
una ocupación única: salir de casa a ciertas horas, volver a otras, cansa
finalmente, ¿no te parece? ¡Yo no sé cómo he podido aguantar allá, en el
consulado!
–Eso cansa, sí, es cierto; pero no es eso lo que
me admira. Lo que me llama la atención es que hayas corrido tantas aventuras
aquí, en este Brasil pacato y burocrático.
Castelo relata como conoció al doctor Manuel
Feliciano Soares Albernaz, aristócrata anciano de Jacuencanga y cómo mediante
subrepticios y engaños se convirtió en su profesor de lengua javanesa apenas
conociendo el abecedario de lengua tan rara y olvidada que aprendió de manera
autodidacta en Río.
Con golpes tras golpes de suerte nuestro
afortunado protagonista nos convierte en testigos de su ascenso injusto pero
real en la diplomacia de su país por el mero y llano hecho de «saber» una
lengua lejana y así creando un aura de respeto y sabiduría alrededor suyo.
Pese que a lo largo de la narración el lector
espera que en algún momento caiga la descarada mentira de Castelo, es muy
complicado no empatizar con este personaje y me parece que justo allí radica la
genialidad de Lima Barreto; por un lado critica a las altas esferas de la
sociedad brasilera exponiendo su superficialidad y asombro ante una persona que
se presenta como culta y erudita cuando en realidad todo no es más que una
fachada; pero por otro lado Castelo no hace más que aprovechar esa oportunidad
tan grande de poder tener una vida mejor, ¿acaso no es eso lo que todos
buscamos? ¿Y si quizá la actitud y las acciones que toma Castelo en su vida no
nos molesta porque estén mal o carezcan de ética y valores sino porque
envidiamos esa suerte y anhelamos que nuestras complicadas vidas tengan un poco
más de fortuna y menos desesperanza?
En fin, muchas preguntas y pocas respuestas,
inquietudes y reflexiones; injusticias, pero al mismo tiempo realidades de una
sociedad que parece que es meritocrática pero que en el fondo no lo es.
Esta es la primera vez que tengo la oportunidad
de leer a Lima Barreto, que hermoso encontrar un relato que te cuestiona y te
divierte, usualmente esto no me pasa, pero cuando ocurre es una alegría enorme,
una sensación formidable.